Una mesa amplia, frente al jardín
llena de papeles y lápices con los que atrapar las ideas antes de que escapen volando.
Una jarra blanca con cuatro flores silvestres
recién cortadas por mi hija pequeña
Un rayo de sol se cuela atravesando el visillo
la luz dorada incendia el vello de mi mano, mientras sujeto con fuerza uno de esos lápices
obligándolo a plasmar con cuidado
todo el desorden que hay en mi mente
Pasa el tiempo y apenas brotan frutos de esa rama
pero lo poco que cosecho
me llena de placer
porque soy yo, derramada en una cuartilla
y otros beberán de mí
Muy bonito. Describe, lo que creo, nos pasa a muchos que nos sentamos delante de una mesa (u ordenador) para inspirarnos a escribir. Tierno, muy tierno.
ResponderEliminar